Anuncio

Colapsar
No hay anuncio todavía.

Charas.. El hashísh de los dioses

Colapsar
X
 
  • Filtrar
  • Tiempo
  • Mostrar
Limpiar Todo
nuevos mensajes


  • #1

    Charas.. El hashísh de los dioses

    El Charas.
    Se llama así a un tipo de hashish producido en toda la cordillera de los Himalayas (Pakistán, Afganistan, India y Nepal). Aunque en Pakistán lo llamen Gardaa. También en la cordillera Himalaya hacen polen con cedazo, sobretodo en Pakistan y Nepal, por lo que el charas no sólo lo es por ser hecho en esa zona sino por su manera de extracción.
    En numerosísimos sitios se puede leer que está hecho de genética sativa, pero os voy a dar unos razonamientos para demostrar que se hace de genética Indica.
    1º- Dada la especial geografía del lugar (valles tremendamente profundos donde las horas de sol directo son en verano muy escasas e inviernos frios) las plantas disponen de pocos meses para desarrollarse y florecer y a mediados de septiembre ya se ha terminado la cosecha. Las sativas necesitan de mas tiempo para hacer el ciclo completo, y madurarían cuando el valle está cubierto por las primeras nieves (algo imposible).
    2º- La marihuana o ganja crece silvestremente sin necesidad de cultivarse, esta ganja es de genética índica (en los himalayas) y si se tratara de cultivar sativas estarían tan hibridadas por las plantas silvestres que su genética sativa sería cada vez menor hasta desaparecer. Esto ocurre mucho en Nepal, traen del sur de la India semillas sativas para hacer polen y a los dos años han de comprar de nuevo semillas puras ya que sus plantas se hibridizaron con las autóctonas y ya no sirven para ese tipo de estracción.
    3º- Si observais la genética de las semillas con nombres como Indo-Kush, Afgani, Shiva Santi, etc., vereis que son índicas, sin embargo la genética del sur de la India como Kerala es sativa. La diferencia es que en Kerala el clima es subtropical(mas horas de luz) y en los himalayas el clima es continental o de montaña (menos horas de luz).

    Creo que con estas tres razones son suficientes para decir que el charas es de procedencia Indica. Podría decir muchas mas, pero creo que no hace falta.

    Para explicar como se hace voy a "pegar" un fragmento de un relato que encontré por la red, donde explican perfectamente como se realiza. Personalmente estuve viviendo durante tres años en periodos de seis meses (motivos de visado) en una aldea llamada Kashol (Valle de Parvati - Himachal Pradess) a pocos kilómetros andando del sitio que hace mención el autor del relato, por lo que cuando lo lei me pareció la mejor descripción que había leido sobre el mejor charas y la zona donde se extrae.

    Ahí va....

    "En un valle de los Himalayas, donde la marihuana crece como planta silvestre, la esposa de Shiva, la diosa Parvati, diseminó las semillas de la mejor hierba para que su divino marido no fuese a buscarla a otros valles. Ahí, las condiciones para su crecimiento son perfectas desde hace miles de años. La altitud, sobre los tres mil metros, y las extremas temperaturas, fortifican la planta. Nadie fuma de estas plantas. Son demasiado resinosas. Una vez lo intenté. Dejé secando un cogollo durante días y aún así no quemaba bien. Ellos extraen de los cogollos un hashish incomparable, la perfección canabinoide, una sustancia sagrada, con una técnica milenaria que, por algún buen karma, como suelen decir ahí, tuve la fortuna de conocer.

    Las lluvias del monzón habían terminado. Toda el agua del mundo parecía haber caído sobre la región para lavar sus calles y regar las plantaciones. El sol hacía su trabajo, secaba los frutos de las plantas. La temporada para hacer charas, comenzaba.

    Tras un viaje de dos días, tres buses y más de dos horas de caminata (soy afortunado, pues hace una década sólo la caminata tardaba casi dos días) llego al pueblo más cercano a las plantaciones. Me quedo algunas noches ahí, reuniendo datos que me conduzcan sin peligro hasta ellas. Desde 1984, por presiones occidentales (americanas fundamentalmente) el charas es ilegal, pero como todo en la India, coexisten los opuestos. Es ilegal y sagrado a la vez. La policía quema parte de las plantaciones para controlar su comercio y los hombres santos (los babas) la fuman con oraciones en los templos.
    En ese pueblo, cuyo nombre no quiero mencionar, me inicio en la técnica. Tras elaborar algunos gramos de no muy buena calidad, me decido ir hasta las plantaciones. En ellas la recolección es un trabajo artesanal y no una empresa desarrollada. Ningún cartel de la droga, ninguna multinacional, ningún tráfico a gran escala, sólo familias que recolectan el charas como si se tratara de cualquier cosecha, y uno que otro viajero que pasa la temporada en las montañas, fabricando su propia reserva.
    Entre familias nepalíes (mano de obra barata) y con el permiso del dueño de la plantación (cuya única exigencia era que fabricara charas de buena calidad), trabajo durante cuatro días. El sol, tan cercano, hace transpirar a las plantas y permite, que tras frotarlas, su aceite quede adherido a las manos, una pátina café, casi negra.
    Sentados en círculo bajo el sol, esperamos a un hombre que corte las matas y las deje frente a nosotros. Sentados en la tierra, rodeados de marihuana, en silencio, acariciando las plantas, suavemente. Tomo una vara y le saco las hojas, y las hojas me van cubriendo. Las hojas no sirven, y luego el cogollo esperando, lo acaricio entre mis palmas durante un momento, entonces debo sacar los restos de hojas que queden en ellas. Debo ser muy cuidadoso con las palmas, si me apoyo en el suelo, la tierra se mezcla con la resina y la vuelve inútil. Durante todas las horas que estoy bajo el sol, cerrando el círculo de la familia nepalí, que me ve hacer y me sonríe, siempre sonríe, no puedo comer, ni beber agua, ni tomar nada con las manos, sólo los cogollos, y mucho cuidado con las hojas, que se pegan a la resina y después al fumarla produce dolor de cabeza. Sacar lentamente todas las hojas, de la plantas, de las palmas, ésa es la parte más lenta. Frotar el cogollo dura apenas unos segundos. Entonces me piden que les muestre las palmas. Se las enseño y aprueban con sus sonrisas. Lo estoy haciendo bien. Repito una y otra vez el mismo procedimiento. El día avanza y nos volvemos un reloj de sol, sentados en círculo, con sed y calor, deshojando, frotando, una fabricación meditativa, un mantra que se pronuncia con las manos juntas sobre la hierba, como rezando por la sangre de la planta. Un mareo tibio se despide del sol, es el momento de sacarse la savia negra de las palmas. Presiono la yema del dedo gordo contra la palma de la otra mano. Con fuerza presiono y retiro el dedo. El trozo de savia que tenía pegado en la palma ahora está en la yema, dejando la piel blanca, sin ningún rastro de savia. Vuelvo a presionar y quitar. El charas está tan adherido a la palma que las grietas de la piel se abren, se rajan, como si ésta no tolerara separarse de aquel sagrado elemento.

    Descortezar la planta, deshojarla, frotar los cogollos y quitar la resina es una mano. Se pueden hacer de tres a cinco manos en un día, y cada mano puede contener entre 1 y 6 gramos. Mientras mayor sea la cantidad producida, menor será su calidad. Mientras menor sean los restos de hojas, más puro, limpio y bueno será el charas. Para hacer crema, o sea el mejor charas posible, no se puede hacer más de cinco gramos en un día. Hacer de 5 a 10 gramos por día corresponde a segunda crema. El charas clásico, que también es bueno, permite sacar de 10 a 20 gramos por día.
    Al tercer día las manos me arden. Por muchas grietas se asoma la sangre. Los nepalíes ríen. Ven el charas que hice y me dicen atchá walah, buena cosa.
    Hasta hace algunos años la forma en que se moldeaba la resina permitía reconocer su procedencia. Pequeñas tortillas (chapatis) del valle de Parvati, o los famosos dedos de Manali, eran algunas presentaciones que hoy han perdido la exclusividad local.
    No pretendo establecer conclusiones, pero deben existir diferencias entre una cultura que hace su hashish acariciando las plantas, con otra que lo produce azotándolas contra una rejilla. En Marruecos, para hacer el hash, golpean la planta contra una malla. El polvillo que cae, los cristales de THC, el polen, lo comprimen hasta formar las piedrecillas cafés que no tienen otra función en la vida de un musulmán que el de un pecaminoso divertimento y un lucrativo negocio con los europeos. En la India, en cambio, recitan un mantra cada vez que van a fumar, es un ritual sagrado: Bom Bolenat Sabke Sat (sentémonos todos juntos y encendamos (esta pipa) por Dios). Rememoran así, aquella etapa de Shiva, el Dios de la Destrucción, en la que buscaba desmotivarse del mundo, perder las ambiciones terrenales, apreciar con más detalle la intensidad del presente. Una vez alcanzada esa etapa la hierba ya no era necesaria. La danza de la realización, simboliza el momento en que Shiva consigue dominar su deseo, cuando controla su ira, cuando vence a su ego. A partir de ese momento la marihuana se reserva para ocasiones especiales. En la noche de Shiva, para rendirle culto al Dios que hoy goza de mayor popularidad, los hindúes comen bhang (una pasta hecha con la planta completa de marihuana que puede comprarse en las oficinas de gobierno). Esa noche, muchos se embriagan con bhang, pero es una embriaguez tranquila, reflexiva, llena de silencios, de contemplación, de música hipnótica (el alcohol, sustancia que desata la pasión, el descontrol, es socialmente denostado). Miles y miles de personas caminan por las calles estrechas que conducen desde un templo sagrado hasta el otro. Quieren ver el jotilingam (una representación fálica de Shiva), quieren acariciarlo, frotarlo, verter leche, agua, flores, inciensos, collares, quieren saber que tendrán la fuerza necesaria para tolerar el sufrimiento que produce en sus vidas el deseo, la pasión, la ira, el odio.

    A pesar de que esa noche, y cualquier noche, pueden comprar bhang en las tiendas de gobierno, la marihuana es ilegal. Por eso estaba la policía cuando volvía de las plantaciones con diez gramos de excelente calidad fabricados por mí, y con otro poco que compré a unos niños. Los principios contra el trabajo infantil se hicieron humo ante la eventualidad de probar lo que hacían los niños, que todos sabíamos, era algo especial. Sus manos sudorosas, la piel suave, extraen lo mejor de las plantas. Los había visto hacer charas, y parecían divertirse, disfrutaban de compartir ese momento con la familia, los hacía sentir que cooperaban con el resto. Eran más inquietos, y no trabajaban sentados todo el tiempo, sino que caminaban entre las plantas y sin arrancarlas, les quitaban las hojas hasta la altura que alcanzaban, las frotaban y luego buscaban otra que les pareciera mejor. Era una pequeña competencia que mantenían entre ellos. Sabían que si se apuraban más de la cuenta les saldría un charas malo, tenían que controlar su ansiedad. Me ofrecían sus bolitas de charas a precios absurdos. Les pagué el doble de lo que pedían, para sobornar mi conciencia.
    La tola es la unidad de medida en que se vende el charas y debiera corresponder a 11,2 gramos, pero en realidad equivale a 10 gramos. Llevaba poco más de dos tolas conmigo, una cantidad suficiente para pasar un mal rato con la policía. Sabía que no iría preso por eso. Aunque había un gran número de occidentales en las cárceles indias por porte de charas, lo que llevaba encima no me conduciría a una de ellas, pero sí podía complicarme y obligarme a entregar más plata de la que estaba dispuesto a pagar por una coima. La policía se hace un sobresueldo con el dinero de los viajeros que andan con charas.
    Desandaba el camino que había hecho para llegar a las plantaciones. Un pequeño sendero a través de montañas, quebradas, ríos, rodeado del verde que perdía la humedad del monzón pasado. De pronto siento olor a marihuana y mi primer pensamiento es que hay alguien fumando un poco más adelante. El olor se vuelve cada vez más intenso y el adelantado fumador aún no aparece. Cuando me veo cubierto por una nube de marihuana comienzo a preocuparme. Miro en todas direcciones y noto que al otro lado del río, sobre una ladera, varios policías obligan a un campesino a quemar su plantación. El viento trae la nube hasta mí. La policía enfrente, a cierta distancia desde luego, pero suficiente para adivinar las razones de mi paseo, y la nube que me sigue y la policía ¿también me sigue? el charas en el bolsillo empieza a apretarme el pecho, o es la nube, o es la paranoia creciente que me envuelve mientras camino por ese sendero de marihuana ilegalizada en el aire. No sin miedo, creyendo que voy por montañas llenas de serpientes, policías y peligrosos santones, logro llegar de noche hasta mi hostal.
    Cuando el sol se pone ya no es posible seguir produciendo charas. Las plantas se enfrían, la resina no se adhiere a las manos. Viajeros, babas, indios que disfrutan de la compañía de los extranjeros y del charas que llevan consigo, se sientan en el suelo, alrededor de una mesa larga, a compartir rondas de charas. Se fuma en una pipa llamada chilum (de la relación que existe entre los viajeros y sus chilums, cual proyección fálica de sus complejos, tendría que hablar en otro artículo). El charas se divide en decenas de pequeñas bolitas que se mezclan con el tabaco. Hay un arte en preparar la mezcla. Demasiado tabaco no permite disfrutar el charas. Demasiado charas no quema bien. Quien prepara la mezcla, generalmente el dueño del charas, jamás prende la pipa. Escoge a alguien del grupo, y como una ofrenda le tiende el chilum para que lo encienda. Éste recita el mantra, lo enciende, fuma una sola vez y lo entrega a su derecha, hasta que se acaba su contenido. Entonces hay que limpiar minuciosamente el chilum para que la siguiente ronda no tenga sabor a resina quemada. Un nuevo mantra y otro chilum comienza a avanzar hacia la derecha, desafiando los punteros del reloj, marcando un tiempo expandido por el charas.
    Esa misma noche, sentado a la mesa con otras nueve personas, probé lo que había elaborado. No estaba listo aún. Le faltaba secarse durante un mes. El charas fresco irrita la garganta, pero el efecto aún puede sentirse. Tenía sabor a mango, y producía una magnífica ampliación de los sentidos. Las ideas se organizaban de manera pulcra, como zonas bien definidas. El presente me envolvía sin dejar espacio para los recuerdos o los proyectos. Parecía no haber más en el mundo que diez personas sentadas alrededor de una mesa rectangular con vista a los Himalayas. Una extrema y sedante lucidez desvanecía la ambición en la nube que salía del chilum. Era mucho más sútil que la marihuana y que el charas clásico. No embotaba los sentidos, sino que los dejaba ágiles, sensibles, no hipersensibles. Esperé a que un baba lo probara. Era un hombre, que como la mayoría de los babas, no tenía más posesiones que la túnica amarilla con la cual se cubría y una vasija de cobre para llevar la comida que mendigaba. Con su frente trazada por las tres líneas shivaítas, fumó del chilum e inclinando la cabeza me dijo, atchá walah. Ahora podía estar seguro de haber probado la crema, el charas perfecto"

    *Cuando hace referencia a familias nepalíes, se refiere a la "raza nepalí" y no a habitantes de Nepal. Son como los sherpas, con ojos rasgados y cara plana. Esta raza habita casi todo el Himalaya, son bajitos y fuertes.

    Proximamente añadiré fotografías y mas datos.
    a fumar a fumar...  que el mundo se va acabar..

  • #2
    Re: Charas.. El hashísh de los dioses

    q interesante el artículo... a medida q leia, dejaba q mi iamginación volara, parecia como si estuviera alli, frotando los cogollos.... como me gustaría poder probar algo asi, y no sólo me refiero al charas mas bien a todo lo que lo rodea... debió ser una estupenda experiencia: un ruptura completa de esquemas para nosotros los educados en una cultura occidental, sumergidos en el submundo de lo prohibido y atraidos por esa planta precisamente porque es prohibida... sin embargo, confrontar una cultura que se ha criado con esta planta, con sus efectos, de una forma natural y a la vez mística, es abrirte los ojos, y la mente a aceptar a comprender y a asumir la diferencia y sobre todo a aprender de ella...

    gracias pirracas...

    Comentario


    • #3
      Re: Charas.. El hashísh de los dioses

      Muy interesante k+ por la info

      Comentario


      • #4
        Re: Charas.. El hashísh de los dioses

        ole ahi pirracas te lo has currao muy interesante el relato.

        espèro q sigas deleitandonos con tus historias.

        un saludo.
        Experimentos Sobre Creacion de Semillas Feminizadas.S1.
        http://www.lamarihuana.com/foros/sem...s1-t49998.html

        Comentario


        • #5
          Re: Charas.. El hashísh de los dioses

          Muy bueno el relato este. Precisament el otro dia estava hablando con un colega que se marcha 5 meses de viaje a la india i me comento que alli iva fumar el mejor hashis del mundo "el preciado charas" , nunca habia oido hablar de el i me gustado mucho com explica el proceso de elaboracion con pelos i señales.

          Comentario


          • #6
            Re: Charas.. El hashísh de los dioses

            Güapo relato y que bien contado neno.Espero las fotillos y otro tocho impaciente

            Comentario


            • #7
              Re: Charas.. El hashísh de los dioses

              Me a gustado la historia, se sale el Charas, debe de estar muy rico por lo que se cuenta. Tiene que ser fantastico poder ver todo eso, y fumarlo mas ... SALUDOS

              Comentario


              • #8
                Re: Charas.. El hashísh de los dioses

                Buen, buen relato. La verdad me gustaría catar ese tipo de charas currao con esa delicadeza, no me jubilaré sin hacerlo in situ. En Gran Bretaña hay bastante también, después de todo hay varios millones de indios y pakistaníes y un trasiego intercontinental importante, pero el charas que comercian dista mucho de ser "hachís de dioses". El sabor y el olor es perfume puro, pero es flojiyo. Manali si, éste lo he fumado con frecuencia durante una temporada (hasta que se le acabó al dealer) y si no de dioses, por lo menos del Beato de Liébana. También que esas delicadezas no "psicoactivan" lo mismo haciéndotelas a mano en origen que si lo compras acá, aunque sea idéntico.
                La planta es más que una planta para el Ser Humano y la Sera Humana, y esto es otra prueba de su origen divino que, como siempre, hemos emputecido hasta la saciedad en occidente.
                Queremos más, Pirracas.
                "We are losing the war against drugs." You know what that implies? There's a war being fought, and the people on drugs are winning it. (GW Bush)

                Comentario


                • #9
                  Re: Charas.. El hashísh de los dioses

                  Pirracas neno,ande estas,estamos impacientes por otro relato.
                  saludos

                  Comentario


                  • #10
                    Re: Charas.. El hashísh de los dioses

                    http://enteogenesis.blogspot.com/200...os-dioses.html

                    [CENTER][B]"no hay m

                    Comentario


                    • #11
                      Re: Charas.. El hashísh de los dioses

                      Gracias jacho!

                      Comentario

                      Trabajando...
                      X